La Asociación de la Medalla Milagrosa se funda bajo los auspicios de la Cofradía de la Vera Cruz, estableciéndose en su Ermita, por tanto adscrita a la Parroquia de Santa Catalina Martir, en los primeros años de la década de los 40.
Desde sus comienzos y gracias al trabajo y ejemplo de su directiva, que contagiaba por doquier entusiasmo y fervor, especialmente al Barrio de la Vera Cruz, contó con un gran apoyo popular que, con el paso de los años, fue creciendo hasta que en menos de una década resultó pequeña la Ermita para la celebración de sus cultos extraordinarios, ante lo cual la Asociación, de acuerdo con el párroco, deciden trasladar la Virgen a la Parroquia para hacerle allí la novena. Aunque la intención era buena y no tenía más mira que extender a un campo más amplio la devoción a la Virgen y buscar, al propio tiempo, mayor comodidad para los asociados, que masivamente acudían, pues la Ermita en aquellos años carecía de bancos y cada vecina tenía que llevar su propia silla para sentarse lo cual no dejaba de ser una incomodidad, no fue bien interpretada esta decisión, tanto por un sector del barrio, como por alguna asociación que se considerí, no se supo por qué, perjudicada.
A pesar de estas contrariedades, las novenas se le hacián a la Virgen en la Parroquia, e incluso para que el barrio no se molestara por el traslado anual de la imagen que por suscripción popular había costeado, la Asociación compró otra a la que puso altar en la Capilla de San Sebastián, con lo cual se extendió más la devoción a la Medalla Milagrosa, al haber dos imágenes expuestas a la veneración en dos capillas distantes entre sí. También, desde los primeros años la Asociación había puesto en marcha cinco urnas por otros tantos distritos de Rute, que sin duda ayudó a propagar esta advocación mariana en nuestro pueblo.
Mediados ya la década de los cincuenta, acuerda la Asociación trasladar la novena del mes de Mayo, por ser este mes, por antonomasia, el dedicado a la Virgen, lo cual permitió casi duplicar los cultos, además la novena de la Parroquia se hace con la imagen que se venera en la Capilla de San Sebastián, y en Noviembre se le dedica un triduo y función religiosa, para su día, en la Ermita de la Vera Cruz, con la primitiva imagen de la Asociación.
Fueron aquellos unos años de gran trabajo en intensa acitividad, porque esta Asociación, al ser de nueva creación carecía de todo, incluída imagen, como antes hemos dicho, y en pocos años adquirió, no sin gran esfuerzo por su directiva, una colección de ánforas, ramos de flores artificiales para el altar, tal como dictaban las normas de aquel tiempo, ropas y demás enseres propios y necesarios para la magnificencia que revestián los cultos extraordinarios de la Parroquia.
Ciertamente en aquella época reinaba en el pueblo un ambiente propiamente para estas celebraciones, fueron sin duda unos años de auténtica y gran devoción mariana.
Sin embargo pronto cambiaron los signos; la época que siguió al Concilio Vaticano II, de remodelación y cambio, no sabemos si bien o mal interpretada, lo cierto es que la misma Iglesia Local dejó de apoyar en algunos casos y en otros desaconsejaba estas prácticas religiosas, desconcertando no pocas veces a las asociaciones que se vieron privadas en poco tiempo de unos valores que apenas unos años antes habían sido primordiales para la formación integral de sus asociaciones.
Esta circunstancia y el inexorable paso del tiempo que fue debilitando y agotando la vitalidad de aquellas extraordinarias mujeres que promovieron y mantuvieron esta Asociación, hizo que esta fuera languideciendo, hasta que un año dejó de celebrarse la novena.
Estos son, a grandes rasgos, los avatares y vicisitudes más sobresalientes que vivió la Asociación y formó su historia.
Fuente: M.G.I - Revista Milagrosa.